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In Memoriam

Os ofrecemos las palabras que algunos compañeros le dedicaron a Daniel con motivo de su jubilación.

 

Un MAESTRO (con grandes mayúsculas); un tutor infatigable; un coordinador de todos los proyectos que se le han puesto por delante; un hombre que, creyéndose despistado, está en todo, en lo importante desde luego siempre.

 

Inmaculada López

 

 

Dani, eres inagotable. Tú tienes que desvelarme de dónde obtienes tanta energía, aunque sé que derrochas muy poca en las cosa que no son importantes. Muchos alumnos se han beneficiado de tu generosa y eficaz labor tutorial y también muchos profesores. Una vez más te doy las gracias; en más de una ocasión mi trabajo como profesora hubiera resultado mucho más complicado sin tu respaldo como tutor. […], no pienso prescindir de tus consejos.

Carmen Tapia

 

 

...Y hasta que me acostumbre, echaré de menos a Daniel, el Gran Sabio de la tribu. He intentado imitar tu forma de imponerme a los alumnos , con un éxito … ejem ... voy a ser optimista, in progres.

Mª Jesús Muñoz

 

 

Fuiste una de las primeras personas que conocí al llegar al Araújo y rápido me acogiste y ayudaste en todo. He tenido la suerte de ser una de tus chicas del English Department y he aprendido mucho de ti: eres un ejemplo de vocación y dedicación.

Alicia Sancho

 

 

Daniel, fuiste un gran compañero, un MAESTRO con mayúsculas y un ejemplo a seguir. Siempre agradeceré todo el apoyo que me diste.

 

Diana Torres

 

 

Cuando llegó el momento de dedicar unas palabras a los compañeros que se jubilaban, las musas no se hallaban cerca de mí. Opté, como he hecho otras veces, por esperar a que esas criaturas inspiradoras decidieran acompañarme para no convertir lo que ha de ser sentido en un mero trámite. No llegué a hacerlo.

 

Cuando mi hijo mayor Mario se incorporó al instituto, tuvo muchas dificultades para adaptarse. En un momento muy duro para mí por la reciente muerte de mi madre, Mario se paseaba con la tristeza. Mi angustia acabó cuando Dani (que al año siguiente fue su profesor de Inglés) me dijo: “Tranquila, Amparo, es un mes. A mi hija le pasó lo mismo”. Esa voz poderosa hizo que mis temores desaparecieran. Su pronóstico se cumplió: mi hijo encontró su sitio y algunos de los que ahora son sus mejores amigos vienen del Araújo.

 

A lo largo de los años que compartimos en el instituto fueron mucho los cafés, (incontables los que corrían por su cuenta),las charlas sobre los alumnos, sobre el fútbol (no, no compartíamos equipo)… Jamás salieron de su boca palabras críticas hacia nadie. Dos metros de hombre cabal.

 

A lo largo de su enfermedad nunca le oí quejarse. De hecho, el trabajo (según su propia confesión) le venía bien. ¡Qué alegría rezumaba preparando la comida de jubilación con Paz y Ana! Disfrutó como un niño.

 

Quisiera tener tu dignidad al final del camino, compañero del alma, compañero.

 

Amparo Torralbo

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