Los campos de Castilla
por Montse Martín


Café y golondrinas. Puedo pasar toda la mañana bebiendo lo uno y mirando las otras. Mi rincón favorito no es bonito, no es turístico (dudo que alguien se interese por él), no es único ni especial. Mi lugar favorito es vulgar, sencillo y casi hostil. Amanece frío, transcurre bajo un sol despiadado y acaba helado. No es un desierto, aunque podría, dada la escasez de vegetación y de gente. Es la meseta, la plena meseta al norte de Ávila. Es los campos segados y secos, los pinos rectos, los cielos sin nubes; es el estío más implacable. Es el Campos de Castilla, ondulado, amarillo y enmarcado en blanco sobre el negro Cátedra que todos recordamos. Mi lugar favorito es cualquier terruño entre los restos de siega, frente a la ermita tuerta del Humilladero que parece hundirse bajo el peso de su solitario nido de cigüeña. Es mi infancia, con olor a tomillo y romero entre los pinos, las patadas a las piñas vacías, las escarchadas mañanas buscando níscalos, los dedos negros recogiendo piñones junto a mi tía, los estorninos bailando los cielos…
Mi lugar favorito no es único ni especial, ni es bonito ni turístico, pero me llena de paz y energía, de risas amigas y de emoción agradecida.